06 agosto 2006

La mujer del marinero


La mujer del marinero siempre llegaba con los ojos rojos del puerto. Los nudos del estómago y la garganta hacían una lazada cruel, perfecta. Ella volvía a casa cabizbaja. Los domingos no son días para estar sola, se repetía constantemente. El tiempo del que habían disfrutado no era suficiente, nunca lo era. Él tenía que partir, irse lejos para luchar por lo que no tenían, pero ella sabía esperar, y la espera merecía siempre la pena.

Antes de embarcar ella le dijo: “Mañana por la noche habrá luna llena. Tiéndete sobre tu camastro y deja que sus rayos inunden tu cuerpo. En la medianoche, estaremos haciendo el amor...”

Llegó la medianoche y él, a miles de kilómetros de distancia la oyó susurrar: “Ven, ven...”

6 comentarios:

Levtos dijo...

¡Qué desdicha! ¿Por qué escribe sobre cosas tristes?

La lejanía mata el amor o a los amantes, porque somos unos cerdos prosaicos y zafios. Y gracias a Dios que es así.

¿No opina igual?

Pol dijo...

No sé qué es peor, ansiar encontrar ese amor o tenerlo, lejos...

Miss Underground dijo...

Mi querido L, ¿y por qué no?

La lejanía no siempre acierta con sus víctimas.

¿De veras cree que el ser humano es prosaico y zafio? Eso sí que es una afirmación triste, aunque en algunas ocasiones (no siempre) sea cierto :-(.

Siento discrepar en esta ocasión.

Miss Underground dijo...

Hola Pol

Creo que es peor el ansiar encontrar el amor que tenerlo lejos. Cuando uno está en proceso de búsqueda de algo, que ni siquiera sabe que puede encontrar, puede llegar a ser frustrante y dejar la búsqueda a un lado. terrible error.

Cuando se tiene lejos físicamente se sufre, lo único que queda es la paciencia...

Pol dijo...

Ya pero es que tenerlo lejos supone la resignacion a conformarse con las migajas..que ya sé que cuando te enamoras dificilmente escoges en qué contxto lo haces...

Miss Underground dijo...

Cuando el amor llega a sí de esta manera, uno no tinee la culpa, quererse no tiene horario, ni fecha ni calendario,...

Ya lo decía la canción. Si pudieramos elegir de qué manera enamorarnos perdería su magia no?

De todos modos, cuando se quiere de verdad las distancias no importan, se hacen pequeñas, todo está en nuestra cabeza...