06 octubre 2005

No se lo cuentes a nadie...


Quién no ha oído alguna vez esta frase de labios de alguien antes o después de haber compartido un secreto... Y he aquí la cuestión ¿los secretos se comparten, se traspasan, se heredan o se arrojan? Cuando alguien nos hace prometer que no se lo contemos a nadie, ese "nadie" a quién se refiere ¿A la gente implicada? ¿Al kioskero de la esquina a modo de anécdota? ¿Realmente, podemos llegar a creer que hay secretos que sólo conoce una persona y con su muerte es secreto se esfuma?...

Los secretos queman, escuecen e impacientan, son como una patata caliente que hay que tocar con la punta de los dedos; por eso, hay que compartirlos, porque si nos quedamos con la patata mucho tiempo acaba quemándonos.

A veces hay secretos que tienen fecha de caducidad y cuando seguimos creyendo que guardamos un gran secreto, resulta que éste ya lo sabe todo el mundo y carece de valor e importancia. En otras ocasiones, nos encontramos con un secreto a voces (curioso término por cierto) que es una especie de secreto de segunda liga debido al número de personas conocedoras del secreto, por eso, no tienen la categoría de los secretos compartidos por dos o tres personas.

A medida que crecemos los secretos cambian. Tal vez, los más fascinantes son los secretos que guardamos a los 14 años. Esos secretos son intensos y peligrosos y suelen girar entorno a "que no se enteren mis padres de que..." o " Fulanita me ha dicho que se iba con los del barrio al faro y yo me he quedado aquí para encubrirla por si viene su hermano" o "Menganito me dió un beso el sábado detrás del patio del colegio". Suelen ser secretos que "caducan" en la adolescencia, pero que siemrpe serán recordados.

Al madurar los secretos que nos confisan y confesamos se acaban transformando en contratos con fecha de inicio, claúsulas... pierden intensidad y nos vamos pasando al patata caliente los unos a los otros y, al final, todo se acaba sabiendo.

¿A quién elegimos para desvelar nuestros secretos? Los candidatos ideales son aquellas personas que custodian un secreto como un gran tesoro con cuatro candados. Este tipo de individuo tienen un gran cementerio de secretos en su interior, cada uno con su losa, nombre y epitafio: "Andrés año 1998. Engañó a su mujer con Pablo", "Andrea año 2001. Gastaba su sueldo en el bingo" o "Pedro año 2004. Nunca quiso a su mujer". Lso cementerios de secretos son difíciles de mantener, necesitan tiempo y dedicación, y cómo no, cierto mimo. Cada secreto requiere un trato diferente; hay que saber a quién no se lo puedes contar, cuándo puedes hablar con el depositario de ello, buscar el moemnto adecuado para derribar la losa y sustituirla por otra...

Mi cementerio me pesa y cada vez es más grande y profundo, apenas tengo sitio...

Cuando nos cuentan un secreto sobre algo bueno o positivo para alguien, una sonrisa de complicidad invade nuestra cara. En cambio, cuando tenemos que guardar algo malo, muy malo y no se lo podemos contar a nadie, es como si nos hubieran puesto en la puerta un perro qeu no queremos, pero qeu no podemos dejar en la calle. Entonces, lo recojemos, lo damos de comer y echamos pestes cuando nos caga en mitad del salón.

No me gustan los perros y sinceramente creo que los secretos empiezan a amontonarse en mi puerta...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No le cuentes a nadie que en Santander se ha perdido el 'glamour' y que la gente sólo acude a los eventos para comer gratis. La avalancha humana que vivimos el pasado sábado en El Casino no tiene nombre, como tampoco la desfachated de los actores jóvenes españoles que se creen estrellas del firmamento. Eso sin pasar antes por el cuarto de baño. ¿Cómo discurriría la noche? Lo mejor, el modelazo de la blogger que deslumbraba a cualquiera, con permiso de su 'gentelman'. Aunque todo, sólo por el reencuentro mereció la pena. Hasta pronto...

Anónimo dijo...

Me ha encantado este relato, Miss, es el primero que leo de tu blog y me ha llegado a tocar hondo. Como tú dices, un secreto siempre quema, y uno se muere de ganas de contarlo. Más que por el hecho de contarlo, lo que pretende es liberarse de él. Dices que estás llena de secretos... Sí, siempre has sido una persona que sabe escuchar y guardar las cosas que sabes que no deben ser contadas. Pero cómo vas a conseguir vaciarte de confesiones sin fallar a toda esa gente? Podrías escribirlo todo en papelitos y luego quemarlos en la noche, como si de una quema de brujas se tratara.
Anyway! Ya te tengo fichada en mis favoritos y te haré visitas continuadas.
Gracias por querer compartir con todos nosotros parte de tu intimidad. Un besote.
Kawaii

Anónimo dijo...

Hola Chocho: Por fin he encontrado un hueco para visitar tu blog. Me gusta mucho la idea, así que te animo a que sigas adelante.

Por cierto, me ha encantado encontrame con los barbapapas, dios que recuerdos¡¡¡¡. Yo tenía el album de cromos de los barbapapas, y me encantaban.

Un saludo desde las fiestas del Pilar (todavía nos quedan unos cuantos conciertos).

Un besote.

Anónimo dijo...

hola,hermana,cada dia me gusta mas leer tu blog,me sirve para darme cuenta realmente de lo poco ke te conozco;siempre me sorprendes,creo ke me he perdido tu paso de la niñez a la adolescencia preocupada solamente en mi misma,de todas formas siempre seras mi niña