A veces conocemos personas por casualidades de la vida que vemos de pascuas a ramos pero que en cierto modo las sentimos muy cercanas. Francisco me regaló una maravillosa bufanda naranja extralarga hecha por él mismo al poco de conocerme en el autobús. Francisco nos presentó a Eduardo, un hombre alto, fuerte, con aspecto de bonachón, siempre sonriente, siempre amable, siempre buena persona. Nos los encontrábamos cuando dábamos paseos de domingo, saliendo de algún garito de chiquiteo, corriendo bajo la lluvia a punto de perder el último autobús...
Hacía mucho que no veía a Eduardo por la zona de mi antiguo trabajo, pero como he estado tan liada pues no había caído en la cuenta. Hace 15 días El Arrancacorazones se encontró a Francisco abatido bajo la incansable lluvia de una tarde de domingo fría de noviembre. Le dijo que Eduardo había muerto hace casi dos meses. Estaban de vacaciones en Canarias y le dio un trombo, no sufrió...
Me quedé helada cuando me enteré, 6 años saludándonos, dando y recibiendo cariño... Pienso en Francisco y me dan ganas de llorar, tiene que ser terrible perder a alguien tan importante en la vida, a un compañero. Todavía no le he visto y tal vez tarde mucho en verle. Para mí Eduardo está en esas personas que apenas conocemos pero que nos llegan, nos alcanzan con su bondad hacia los desconocidos, en aquellos que te caen bien aunque no les conozcas, en ese Santander posible y maravilloso en el que el flow entre las personas se produce diariamente si estás atento.
Siempre te recordaremos.
1 comentario:
Un abrazo y ánimo.
Publicar un comentario