Recuerdo la primera vez que probé la sangre, el sabor metálico, su tibieza recorriedo mis comisuras, aquel color tan enigmático... Todo empezó con un accidente doméstico pero luego fue a más, mis ansias iban creciendo y mi curiosidad era imparable. No quería sentir el dolor, simplemente buscaba el deseado fluido. Mis padres empezaron a preocuparse pero nunca imaginaron nada, era algo "normal".
Comprendo a Dexter, esta noche tengo una cita con él, quizás sea la última, quizás me lo merezco...